Proyecto Mujeres que rompieron

MUJERES QUE ROMPIERON EL SILENCIO

 

 

 

En la zona este de la República Democrática del Congo,  se acumulan todo tipo de riquezas: coltán, diamantes, oro, petróleo, gas mientras que gran parte de la población vive situaciones de miseria extrema.

 

Los combates por el control del territorio nunca han cesado. Militares congoleños partidarios de presidentes anteriores,  los ruandeses huidos del conflicto hutus-tutsis, tropas oficiales, resistencia local organizada, antiguos niños soldados con armas de última generación generan una situación de extrema violencia que evidentemente conduce al abaratamiento de los precios que estas materias adquieren en el mercado internacional.

 

Sin la protección y estrecha colaboración de Caddy Adzuba, amenazada ella misma de muerte, el acceso al tema hubiera sido prácticamente imposible.

 

Los saqueos, asesinatos, violaciones, mutilaciones de mujeres y niñas mezclados con la antropofagia y la hematomancia han pasando a formar parte de la vida cotidiana.

 

Las violación, la agresión física y la tortura psíquica de que va acompañada, destrozan su capacidad de procrear y al propio ser humano. La violación se ha convertido en un arma de guerra, con el que se somete a la población por el terror. La mujer africana es el corazón de la familia, de la economía, de la sociedad, si la destruyes, destruyes el presente y el futuro del país.

 

Una mujer violada a la que han roto sus órganos reproductores es una enferma crónica que no puede tener hijos, un ser que puede contagiar enfermedades peligrosas, el marido las abandona a ellas y a su hijos –la media es de seis o siete- con lo cual quedan abocadas a la miseria y a la exclusión social. En muchos casos resisten como pueden y callan.

 

Caddy Adzuba a través de la radio consiguió unirlas y que algunas hablaran. También creó una asociación de mujeres que a través de microcréditos han generado talleres artesanales cuya producción les permite volver a empezar.

 

La fuerza de estas mujeres que afrontan la realidad, rompen el silencio y vuelven a empezar es increíble, modélica y merece ser narrada y ensalzada por todos.

 

En los últimos años los hechos se han agravado y deben afrontar las violaciones infantiles de sus hijas. Cuando son ellas las agredidas, sacan fuerzas de flaqueza, y valor suficiente para superar lo que sea, pero cuando se trata de sus niñitas, violadas desde los dieciocho meses, lloran sin consuelo posible, amargamente y gritan pidiendo ayuda.